jueves, 30 de diciembre de 2010

¡Estoy que me salgo!

Estaba dispuesta a relajarme y a dedicar unas líneas al restaurante de Intereconomía al que mi adorado EO, reputado arquitecto de la capital cuya proyección internacional es un hecho, está empeñado en ir,  cuando me he visto sorprendida por un suceso de extraordinaria singularidad... ¡un muchacho que se encontraba por el barrio me ha llamado para que nos tomáramos unos vinos!

¿No es maravilloso? ¿No es acaso cierto que la vida es un vaivén de sensaciones extremas que nos hacen vibrar a cada momento?

¡Total! que presa de la excitación más absoluta, me he lavado los dientes, me he echado un rubor, he bajado desempedrando las escaleras y me he reunido con mi sobrino.

3 comentarios:

Jesús Caballero dijo...

Millonizadas las pestañas se me quedan al pensar en un efebo invitándome a vinos, y envidia malsana me recorre mi maldito cuerpo con la sola palabra INTERECONOMIA!

ser humano dijo...

Sabes, estimado Jesús, que cuando vayamos a "El Plató" te llevaremos de las orejas esas tan monisimas que tienes...

Fernando Mateos Gutiérrez dijo...

¿Restaurante de Intereconomía? ¿Vinos a las tantas antes de un día de labor? Con este sindios, no me extraña que el país vaya como va... sinceramente te digo.